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| De www.fanpop.com |
Este fic utiliza a los personajes de Hetalia, creados por Hidekaz Himaruya, por tanto no son míos. Los nombres de algunos de ellos me los inventé porque el creador no les ha dado un nombre concreto, así que si los veo en otro lado, si reclamaré. El universo en que se desarrolla es el Gakuen Hetalia, todos como humanos, totalmente ajeno el argumento a los otros fics que estoy escribiendo. Ambientado en Berna, Suiza y no gano dinero por escribir.
Sólo dejo fluir mi imaginación.
Precuela de "Meine Heimliche Liebe". Fic de un sólo capítulo.
Tengo varios seudónimos en la red y el utilizado para este fic es el que creé para la comunidad hetaliana: AliceIggyKirkland.
En Fanfiction, este fic ya está bastante avanzado y fue dedicado a una lectora: Yue-black-in-the-Ai
Y sin más preámbulos:
TITULO: Mein kleiner Schatz
Kapitel 1 - Eine schmerzhafte Erinnerung
La alarma ha sonado. Son las cinco de la mañana.
Hace años dejé de levantarme tan temprano. Madrugo, como todos los de esta casa, pero, yo tenía un ritual y desde que sucedió aquello, solo los 6 de Agosto, como marca mi calendario en el presente, intento hacerlo.
/Trece años atrás/
- ¡Levántate, Gilbi! ¡Es domingo!
- ¡Zelig!... ¡Tengo sueño!... ¡Y deja de saltar en mi cama!
- ¡Niños! - Es el abuelo, ha entrado - ¡Arriba! Deben alistarse para ir a misa. - Y me quita la cobija de un tirón.
- ¡Abuelo!... - No me agrada sentir el frío de la madrugada.
- ¡A-bue-li-to, mira! Yo ya estoy levantado y traté de levantar al pequeño Gilbi. Son las cinco y hay mucho por hacer.
Es admirable, hasta el punto del asco, ver que mi hermano mayor, Zelig, le agrade ir a la iglesia. Creo que si fuera por él, viviría en una.
Es tres años mayor que yo. Se parece mucho a mamá, al pequeño Lutz y al abuelo: son rubios, ojos azules y muy pálidos. Bueno, el azul de los ojos de mi hermano es un poquito más oscuro, como el cielo de las diez de la mañana. Pero nadie atina a adivinar la edad de Zelig, porque yo, con cuatro años (¡ya sé contar!) soy más alto que él.
/En el presente/
- Lo que la estúpida leucemia te hizo...
He levantado un pequeño altar, con el crucifijo que siempre veía Zelig para rezar. Y tengo en mis manos la foto que nos tomaron el primer día que yo fui a la escuela, hace 13 años.
Teníamos la misma estatura. Creían que éramos mellizos, aunque desmentir eso era bastante difícil porque para ti también fue tu primer día de escuela, aquella vez, gracias a que estabas en Remisión.
Mamá dijo, en su momento, que Zelig fue diagnosticado con Leucemia el día de mi primer cumpleaños. Y desde entonces, cuando supe eso, odié que en la escuela se esforzaran por celebrarlo, cuando en casa, en especial para mí, no era una fecha que celebrar.
Mis padres discutían mucho por las deudas médicas, pero al menos tengo la certeza de que se mantenían juntos por nosotros y, puede ser, por ellos mismos.
Actualmente, papá trabaja en otro país y viene cada dos meses por una semana.
- Antes estábamos más unidos, bruder...
/Doce años atrás/
- ¡Zwingli!
- ¡Beilschmidt! - hago "el saludo de los amigos" con el rubio bajito de mirada enojada.
- ¡Gilbert! - mi hermano ha estado corriendo, por seguirme. - Hola, Vash.
- Buenos días, Zelig. ¿Estás bien?
- Ja, estoy bien. - sólo a Vash le hemos contado de su enfermedad.
- ¡Torpe! - Dirigiéndose a mí. - ¡No agites a tu hermano!
- Oye ¡no es justo! Zelig quiso correr y perseguirme. Yo sólo estaba apurado...
- ¿Y para qué? Igual, han llegado bastante temprano...
Era una especie de ritual el encontrarnos los tres a la entrada de la escuela. A veces, sólo éramos Vash y yo, porque Zelig dejaba a Lutz en la zona de preescolar.
Esa misma tarde, los tres fuimos a la misa de las cinco. Zelig era el monaguillo #1; Vash y yo ayudamos en el momento de las limosnas y a organizar los puestos junto a los catequistas.
/Al presente/
- Te gustaba tanto participar... - Mis ojos ya tienen lágrimas. - Y querías tener tantos amigos... Aún recuerdo cuando espantabas al sobrino del padre Gabriele, Feliciano, y lo convencidos que estábamos que era una niña con ropa de niño, por su voz... Sé que te dolió tanto no poder negarte a hacer esa promesa sin cumplir... Esa de ir a jugar fútbol todos juntos...
/Diez años atrás/
Zelig amaneció más pálido de lo normal. Se le estaba cayendo el pelo de nuevo y hace dos meses dejó la escuela.
La Leucemia volvió para llevárselo esta vez.
Desde el mismo día en que le dieron aquel diagnóstico, sólo hemos visto a Vash. Su mamá es la doctora de Zelig.
Tiene puestos unos tubos y una bolsa amarilla está conectada a uno de ellos. Según la Dra. Zwingli, es su comida.
Él no tenía fuerza para sostener ni un palillo y cada día se parecía a los esqueletos de Halloween. No dejaban entrar a Lutz a la habitación porque no querían asustarlo con la imagen demacrada de nuestro hermano mayor.
Un día, en la escuela, Feliciano Vargas y Lovino, su hermano mellizo (de verdad), me pidieron acompañarme a casa. Se acercaba el evento deportivo de la escuela y el más lindo - pero lindo como los cachorritos o como los gatitos bebés - de los niños Vargas me dijo que quería invitar a mi hermano aunque ya no vaya a la escuela.
Mi hermano mayor lloró cuando los tres entramos. Sentía vergüenza de que su más querido amigo lo viera así. El italianito también lloró, pero porque: "Mi mejor amigo está enfermo y quiero que me deje verlo". Se dieron un abrazo, mientras el pesado de Lovino salía. Por lo que noté, también estaba llorando y aprecio que no se portara mal en ese momento.
Nunca podré olvidar las frases de aquella tarde:
"- Trata de ir al evento, amico. Será mi primer juego en el equipo del curso. Será el 6 de agosto. Que Gil te lo recuerde. - De acuerdo, Feli. Haré lo posible para ir y animarte. - Te quiero, amigo. Llevaré dulces. - ¡Que bueno! Yo también te quiero, amigo."
Y el 6 de agosto, a las cinco de la manaña, mientras mamá cambiaba el suero de Zelig, el aparato que medía los latidos de su corazón, emitieron un pitido largo mientras dibujaban una línea recta.
Un grito.
Un anciano, cargando al nieto más joven y un hombre de mediana edad, entraron a mi habitación. Porque mi compañero, mi mejor amigo, mi hermano mayor...
/Fin de las memorias/
- Porque cada seis de agosto me levanto temprano, rezo como no lo hago en todo el año, tomando una foto cualquiera donde estemos los dos, sólo para convencerme de una vez que ahora yo soy el mayor. Que mi Zelig ha muerto en la cama que ahora está desarmada en un rincón del ático. Que ahora Zwingli no me reconoce. Que Feliciano me mira con ira cuando alguien te llega a mencionar. Que mis amigos no llenan el vacío que tengo y aunque Lutz ha crecido bien, es claro que no compartimos lo suficiente como hermanos que lo que yo compartí contigo.
Porque mi camino se ha desviado y no tengo a mi buen Zelig para regresarme al sendero.
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