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| De www.zerochan.net |
Este fic utiliza a los personajes de Hetalia, creados por Hidekaz Himaruya, por tanto no son míos. Los nombres de algunos de ellos me los inventé porque el creador no les ha dado un nombre concreto, así que si los veo en otro lado, si reclamaré. El universo en que se desarrolla es el Gakuen Hetalia, todos como humanos, totalmente ajeno el argumento a los otros fics que estoy escribiendo. Ambientado en Berna, Suiza y no gano dinero por escribir.
Sólo dejo fluir mi imaginación.
Precuela de "Meine Heimliche Liebe". Fic de un sólo capítulo.
Tengo varios seudónimos en la red y el utilizado para este fic es el que creé para la comunidad hetaliana: AliceIggyKirkland.
En Fanfiction, este fic ya está bastante avanzado y fue dedicado a una lectora: Yue-black-in-the-Ai
Y sin más preámbulos:
TITULO: Mein kleiner Schatz
Kapitel 5 - Frischluft
- / En el capítulo anterior / -
Al rato, salieron juntos de la casa, pero una vez que cruzaron la esquina, cada quien se fue por su lado. Era algo inevitable. No podían estar juntos tanto tiempo. Era como si un gran muro se hubiera instalado entre ellos desde hacía años.
Muro que caía cuando visitaban las tumbas de su abuelo y hermano mayor.
Era una dinámica extraña, impuesta por el propio Gilbert, ya que a él le pasa lo mismo que a Feliciano Vargas: comparaba mucho a su hermanito vivo con el fallecido, pero no lo demostraba abiertamente.
El se guardaba para sí mismo aquellos comentarios que lograba escuchar del italiano. Y es que Dios les tenía preparada aquella mala broma. Era como si Ludwig era el hermano gemelo perdido de Zelig. Pero los ojos garzos y la actitud recia eran características que los volvían distantes. Únicos, a su manera.
- / Inicio de Capítulo: En el camino de Ludwig / -
Del otro lado del camino tomado por Gilbert, Ludwig debía encontrarse con una persona. Un compañero con el que comparte la afición de la lectura: Kiku Honda.
- Buen día, joven Ludwig.
- Buen día, Kiku. Por favor, tutéame un poco. - Tanto respeto lo ponía incómodo.
- Disculpe ¡ah! Es costumbre...
- De acuerdo, no importa... ¿Leíste el libro que te pasé?
- Sí. "Maldito Karma" es bastante bueno...
Su vida no era tan agitada como la de su hermano. Casi nunca se metía en problemas. Y es un "casi" debido al italiano-lapa que tenía por ¿amigo? No, para él, alguien que lo lastimaba con el recuerdo de su fallecido hermano no podía ser su amigo.
- Te digo, Kiku: ¡Me tiene harto con lo de mi hermano! ¡Hasta empiezo a odiar a Zelig! - Al japonés casi le da un ataque al oír al rubio decir eso.
- Pero, Ludwig ¿y si le dices esto como lo haces ahora conmigo? Creo que no es consciente lo que hace.
- Sí... Así como me escucha cuando le digo que aprenda a atarse las agujetas o que no prepare tanta pasta porque no a todos les gusta o que se mantenga fuera de los asuntos que no son con él... La esperanza de que me preste atención es bastante cercana a cero.
- ¡No sé que decirte!... Honestamente, - voltea a verlo directamente a los ojos - creo que debes decírselo, sea cual sea el resultado. A ambos los aprecio, pero, no puedo obligarte a permanecer cerca de Feliciano ni a él puedo presionarlo para ser lo que tú esperas que sea.
- Aprecio tu sinceridad. Espero no seguir dando lata con esto.
- Descuida... Cuando estés listo para decirle lo que realmente piensas, avísame.
Ambos se acercaban más a la puerta de garaje de la Academia. Los alumnos de sus respectivas clases ya estaban formando grupos para la salida.
Mientras el rubio se dirigía a sus compañeros de clase, el chico de raíces japonesas se reunía con Erika, encargada de la secretaría del concejo estudiantil.
Una vez que el chico de ojos garzos entregó la convocatoria del paseo firmada por Monica, se dirigió a la más bajita del segundo año. Le era bastante fácil tratar a la chica. Mucho más cuando Vash le tenía un genuino aprecio y no se molestaba al verlo cerca de ella.
- Erika ¿irás al paseo?
- No. - La respuesta entristeció a Ludwig. - Hay muchas cosas que hacer en el concejo y aunque me guste el arte, no es mi pasión.
- Entiendo. - Ella lo observa con comprensión. - La verdad, esperaba que me acompañaras... A veces, me estas actividades ahondan mi creencia de que estoy muy solo.
- En verdad, lo lamento.
Después de esa pequeña decepción, subió a su autobús. Lo que no se enteró fue del desencaje del rostro de Feliciano al ver la tristeza con que recibía la noticia de la ausencia de su amiga.
- / En el museo / -
Feliciano estaba de pésimo humor.
Su clase se dio cuenta de ello cuando el más debilucho de los hermanos Vargas le gritó nada más ni nada menos que a Ivan Braginsky. Hazaña aplaudida abiertamente por Alfred Jones, quien también iba en el autobús del grupo de segundo año.
Y lo más admirable era que Braginsky entendió que no era broma cuando el italiano acotó que la "Cosa Nostra" formaba parte de su historia familiar. El chico de cabellos cobrizos no estaba para juegos mentales. Una cosa era que se metieran con él, teniendo su mundo perfecto con todos sus amigos felices; otra, como este día, era buscar que el chico se transformara en un demonio mientras su mundo se salía de balance. Como estaba sucediendo con Ludwig.
Era su amigo. No podía ser que junto a él, alguien fuese a sentir soledad y vacío. Eso era imperdonable para sí mismo. Y ese era el origen de su actual amargura.
Mientras observaba algunas piezas cubistas, encontró al causante de su malestar, sentado apaciblemente cerca de una columna.
- ¡Buen día, Ludo! - Intentó animarse e inyectar esa energía a su amigo.
- Buenos... ¡Ah!... Eres tú. - Esa actitud mermó la buena vibra del italiano.
- Oye ¿podemos hablar?
- ¡Qué más queda!... - No tenía ganas de aguantar la verborrea de Feliciano.
- Estuve pensando: - pasó por alto la mala gana de Ludwig - Mi Ludo juega bien al fútbol. - El "mi" puso en alerta a otro hombre. - Le encanta ver los partidos de la UEFA y de la liga alemana... ¿Tendrá algún equipo italiano como favorito?
Durante el "cabreo" matutino que había tenido, se puso a pensar en qué sabía él del hombre que tenía en frente. Y no lo catalogaba como chico porque era evidente lo desarrollado que estaba para ser un año menor a sí mismo. Con tristeza, descubrió que en todos esos años no se había molestado en saber nada del rubio y asumía que tenía los gustos de Zelig. Cosa muy injusta de su parte y representaba el primer paso a la comprensión del porqué el joven Beilschmidt era agresivo con él.
- Eh... Bueno... - Quedó pensativo. - Admito que hace años animaba bastante al Juventus.
- ¿En serio? ¡A mi también! Pero que no te oiga Lovino porque le va al Napoli.
Y por primera vez pasó algo impensable: Ludwig Beilschmidt sonrió como un camarada.
"Vaya... Siempre creí que este chico sólo vivía para el arte y para causar problemas... Y yo que creí que iba a ser un día pesado". Tal y como lo pensó el rubio, el resto del paseo fue algo muy bueno, en especial porque por primera vez en años, alguien se ocupaba de saber de él.
"Es bonito cuando alguien se fija en ti por ser simplemente tú y no otro".
- Oye, Ludo ¿Qué tal si organizamos un partido amistoso entre ambos cursos? (Creo que necesita dejar ver a los demás lo genial que es).
- Le podemos pedir al Presidente del Concejo que autorice la actividad. Además, sé que a él le gusta el fútbol... - Y sus dotes de líder afloraban.
A veces, son en cosas tan insignificantes, como un partido de fútbol, que pueden forjarse grandes lazos.
- / De regreso en la escuela, los caminos se juntan de nuevo / -
Eran las 11:30. El paseo no había durado tanto debido a que Jones y Braginsky protagonizaron una gresca en plena exposición cubista, dando como resultado la expulsión DE POR VIDA de aquel par. Por tanto, los profesores decidieron irse, no sin antes acordar que esos chicos debían pasar por la Dirección.
- Sabía que ese par de estúpidos harían uno de sus numeritos.
Era un comentario bastante común entre los estudiantes de ambos cursos, y algunos creían que podían salir expulsados por unos días.
Al regresar a la academia y luego de dejar sus pertenencias en el aula, Ludwig se encontraba cerca de la zona de la academia catalogada como "territorio BFT". Estaba obligado a pasar por ahí para recordar a su hermano que debían llegar temprano a casa.
En eso, ve salir del baño de hombres de aquel cuadrante a Janica Lukasiewicz, la "queen B" del segundo año, junto a su mejor amiga, Ilona Lorinaitis. Esto le dio mala espina y esperó por unos minutos, escondido cerca de los casilleros, hasta que su hermano mayor salió y desató su ira.
- Es lo más indecente que te he visto hacer. ¡De verás!. - Aquel reclamo sorprendió a Gilbert.
- ¡Oye! No sé que esté pasando por tu cabeza, pero...
- ¡NO DIGAS NADA! En serio ¿cuándo actuarás como alguien sensato? - El chico estaba bastante ofuscado. - ¡LAS VI SALIR DE AHÍ!... ¿QUE ME DIRÁS? ¿QUE SE METIERON A COMER PASTELITOS CON LECHE CALIENTE?
- ¡PARA TUS CARROS, HERMANITO! Ellas y yo sólo llevamos el guión. No hacemos nada ahí.
- No sé porqué me gasto hablando contigo... En serio ¡ERES IMPOSIBLE! - Dio media vuelta y se fue.
Del otro lado, las chicas mentadas reaparecieron y se acercaron al albino.
- Oye, en serio, no queríamos que pasara esto. - Habló la rubia de ojos verdes, Janica.
- Discúlpanos. No nos fijamos que él estaría por aquí. - La castaña de ojos azules, Ilona, estaba al borde de las lágrimas.
- (Ya qué...) Me importa muy poco lo que crea. Al fin y al cabo - puso sus manos sobre uno de los hombros de cada chica - ustedes y yo sabemos que pasó. O mejor dicho, lo que no pasó.
"En esta escuela, sólo los fuertes tienen voz y voto". Ellos tres sabían que tan verídicas eran esas palabras.
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