Skip to main content

Heta-fanfic: Mein kleiner Schatz - Empfindliche Haut

Desde: animecharactersdatabase.com
Hola! Es hora de la renuncia respectiva:
Este fic utiliza a los personajes de Hetalia, creados por Hidekaz Himaruya, por tanto no son míos. Los nombres de algunos de ellos me los inventé porque el creador no les ha dado un nombre concreto, así que si los veo en otro lado, si reclamaré. El universo en que se desarrolla es el Gakuen Hetalia, todos como humanos, totalmente ajeno el argumento a los otros fics que estoy escribiendo. Ambientado en Berna, Suiza y no gano dinero por escribir.
Sólo dejo fluir mi imaginación.

Precuela de "Meine Heimliche Liebe". Fic de un sólo capítulo.

Tengo varios seudónimos en la red y el utilizado para este fic es el que creé para la comunidad hetaliana: AliceIggyKirkland.

En Fanfiction, este fic ya está bastante avanzado y fue dedicado a una lectora: Yue-black-in-the-Ai

Y sin más preámbulos:

TITULO: Mein kleiner Schatz

Kapitel 4 - Empfindliche Haut


- / Ocho años antes / -

- ¡Dejen en paz a mi estúpido fratello!

Lovino Vargas, de ocho años de edad, veía impotente como unos niños más grandes estaban golpeando a su mellizo, Feliciano.

- Ve... Ve... Ve... - Al castaño cobrizo no le quedaba más voz, sólo para quejarse de los golpes.

- ¡Suéltenlo! - El mellizo mayor estaba inmovilizado por dos muchachitos. - ¡Y SUELTENME! TENGO QUE AYUDARLO.

- ¡No puedes! - Contestó uno de sus captores. - Será peor si intervienes.

- ¡SUELTENME!

- ¡VE!... - Uno de los golpes lo había lastimado lo suficiente como para caer de lleno al suelo.

- ¿Vas a dormirte? - Ironizó uno de los abusones. - Si aún no hemos terminado... - Y dicho esto, empezaron a patearlo.

Un niño con el cabello rubio y los ojos garzos, heredados de su querido abuelito Ferdinand, estaba almorzando bajo un árbol, solo.

El prefería mantenerse alejado de la gente ya que su hermano mayor Gilbert era un niño muy problemático y el que era más grande que Gilbert, Zelig, ya no estaba con ellos.

Desde su muerte, Ludwig tuvo que aprender a llegar solo a la escuela, a convencerse de que los fantasmas no existían y ser fuerte. Muy fuerte. Todo para que Gilbert lo tomara en cuenta, así sea un poquito.

Entonces notó el alboroto de unos niños que eran más grandes que él. Y un rulo que se levantaba débilmente de la cabeza del que estaba caído le recordó a alguien.

"¿Dónde he visto ese rulo?"

En eso, rememoró el funeral de Zelig. Su hermano, abrazándolo junto a su madre. Un chiquillo enojado y lloroso jalando con violencia a su hermano del abrazo. Un golpe. Unos gritos. Y un rulo tembloroso de quien golpeó a Gilbert.

- ¿Feliciano?- Al ver la gravedad del asunto, se levantó violentamente. - ¡FELICIANO!

El pequeño echó a correr. Que fuera pequeño no le quitaba la fuerza que tenía. El llevaba la misma rutina de entrenamiento que su abuelo le había enseñado y estaba en cursos de defensa personal. Regalo de Ferdinand y su padre, Franz.

- ¡OIGAN, USTEDES! - Y lo primero que hizo fue empujar a los que retenían a Lovino.

- ¡¿CHE COSA?! - El otro estaba aturdido de tan violento movimiento.

- ¡Oye! Ayúdame con esos tontos. - La apariencia germánica no le agradaba, pero, Lovino sabía reconocer las buenas intenciones cuando se presentaban.

- ¡Sí! - Y tan salvaje como él solo, el chico de pelo castaño tomó una piedra y la lanzó al líder de los abusadores. - ¡TÚ, STRONZO DI MERDA, DEJA EN PAZ A MI HERMANO!

- ¡¿QUE?! - El pequeño matón volteó a verlos, algo adolorido por la pedrada. - ¡A ELLOS! - Y Ludwig y Lovino salieron corriendo.

Mientras esto pasaba, Feliciano lograba levantarse y se fijó en quien acompañaba a su mellizo. "¿Zelig?", se preguntó.

Después de un rato y una paliza, Vargas y Beilschmidt regresaban al punto de partida. El rubio tenía el labio partido y al castaño le sangraba la nariz.

- Eres un idiota. - Hablaba el de la nariz comprometida. - ¡¿Cómo se te ocurre correr a un callejón sin salida?!

- Como si tú hubieras propuesto un camino. - Reprochó el de ojos claros. - ¡Te dedicaste sólo a correr!

- ¡Porque no soy estúpido para dejarme moler a golpes!

- ¡Ni yo!

- ¡Basta! - El más "dócil" del grupo llamó su atención. - Oye, muchas gracias por ayudarme, Zelig. - Fue lo primero que dijo al notar que hasta en el peinado eran idénticos.

- No soy Zelig. Soy Ludwig. Ludwig Beilschmidt.

Dicho esto, y al mirarlo a los ojos, el italiano pequeño se dio cuenta de su error.

- ¡Sabía que eras alemán! - El italiano mayor se puso frenético. - Mantente lejos de nosotros, patata gigante.

- Sí, bueno, me voy. - Decide que había tenido suficiente de las personas, por ese día. - Y no se metan en problemas. No siempre estará alguien que los ayude.

- / Ocho años después / -

- Siempre me recuerda que no siempre habrá alguien cerca.

Feliciano reflexionaba las cosas gracias a lo que Vash le había dicho.

Y era cierto. Lo comparaba demasiado con su difunto hermano.

- Creo que Ludwig me odia, muy en el fondo. - Y no estaba solo en su habitación.

Un chico de cabellos largos y rubios, con un pequeño resquicio de barba, lo acompañaba. Era uno de sus primos, Francis Bonnefoy. El padre de éste era profesor en Letras y colaboró por años en la Academia, como profesor de Gramática y Literatura.

- ¿Eso piensas, pequeño? - No le gustaba ver mal a su adorable primo. - Puede ser que si esté molesto contigo. - Y la mirada triste del castaño se acentuó. - Pero, si te odiara, te dejaría a merced de los que te molestan cada vez que pudiera.

- Entonces ¿que debo hacer?

- Antes de ir y disculparte, deberías decidirte a dejar ir a Zelig. - Esto molestó al otro chico. - No me malentiendas: sé que era tu mejor amigo, pero ¿no crees que esto es un mensaje del propio chico para decirte que esta bien que tengas otro mejor amigo? Y que de paso no te vas a separar del todo de él porque te está dejando en manos de su propio hermanito (bueno, ni tan pequeño el chico, es un adonis)...

Las palabras de Francis y de Vash surtieron efecto al día siguiente, cuando su hermano lo levantó "sutilmente".

- ¡FELICIANO, ARRIBA! No quiero llegar tarde al paseo de la escuela.

"¡Es cierto! Hoy iremos al museo el club de arte junto a los chicos de primer año. Veré a Ludwig" recordó con emoción.

En la casa Beilschmidt, las cosas eran ligeramente diferentes.

- Buen día, bruder.

Ludwig tomaba asiento junto a Gilbert. El albino era un chico problema, excepto por la disciplina que Ferdinand ayudó a inculcarle desde pequeño. Jamás se levantaba muy tarde y mantenía su habitación en completo orden.

- Buen día, West. - Un apodo puesto por su abuelo y Gilbert continuaba la tradición. - Me enteré que irá tu grupo al museo.

- Sí... Haremos una excursión y es probable que tengamos que dibujar o pintar algo allá.

- Interesante... - No lo era, en realidad, pero, no era la hora ni el momento para ser grosero, mucho menos con el menor. - Espero les vaya bien.

El rubio sabía que no era del todo sincero su hermano, pero apreciaba que tuviera consideración con él, más que nada porque ahora que Franz, su padre, trabajaba lejos de casa, ellos debía colaborar para que su mamá no esté triste.

- Gracias, Gilbert. Espero que tú también tengas un buen día (sin meterte en líos, por favor).

- Tan lindos mis hijos... - Comentó Monica, su madre. - Lutz, tu bloc de dibujo está junto a tus útiles. Gili, necesito que vuelvas temprano a casa, hoy. Hay que hacer las compras y es tu turno de acompañarme.

- Ja, mutti! - Contestaron al unísono.

Al rato, salieron juntos de la casa, pero una vez que cruzaron la esquina, cada quien se fue por su lado. Era algo inevitable. No podían estar juntos tanto tiempo. Era como si un gran muro se hubiera instalado entre ellos desde hacía años.

Muro que caía cuando visitaban las tumbas de su abuelo y hermano mayor.

Era una dinámica extraña, impuesta por el propio Gilbert, ya que a él le pasa lo mismo que a Feliciano Vargas: comparaba mucho a su hermanito vivo con el fallecido, pero no lo demostraba abiertamente.

El se guardaba para sí mismo aquellos comentarios que lograba escuchar del italiano. Y es que Dios les tenía preparada aquella mala broma. Era como si Ludwig era el hermano gemelo perdido de Zelig. Pero los ojos garzos y la actitud recia eran características que los volvían distantes. Únicos, a su manera.

- / En el camino de Gilbert / -

A una cuadra de la Academia, Gilbert paró frente a una tienda. El dueño, conocido del chico, le entregó un paquetito.

- Buen día, joven Gilbert. - Le pasa el paquete. - Parece que adiviné ¿no? Ya se acabó la reserva que tenías.

- ¡Kesesese! Sí... Buen día... Están creciendo rápido y comen aún más... Nos vemos. - Al despedirse, le pasó el dinero correspondiente.

Sí, las prioridades del albino eran claras: los pollitos que estaba criando a escondidas en la Academia, eran lo más importante.

Su segunda prioridad... Estaba cruzándose, camino a los pollos.

- ¡Gilbo, amigo! ¿Qué diabluras haremos hoy? - Francis, su "mal" amigo, estaba en la puerta de la escuela.

- Gabacho... ¡Dame un respiro! Mi genialidad necesita vacaciones de vez en cuando...

- Oh... ¿En serio? - No le creía. - No será que hay una señorita que te esta robando la actividad cerebral...

- No... No... A mi no me metas en esos líos que para eso está Antonio. - Y rieron a carcajada limpia.

- ¡Oigan, tíos! ¿De que estabais hablando? - Y el par se ríe con más fuerza.

- Déjalo así... - Y con esa frase, los dejó a sus amigos.

Ellos tenían curiosidad de qué hacía el todas las mañanas que valiera la pena ser castigado por llegar tarde a clase.

- Oye, en serio, deberíamos espiarlo... - Mencionaba Francis.

- No... Deja que haga lo que tenga que hacer... A él no le importa y parece feliz. - Razonaba Antonio.

Una vez que se deshizo de sus amigos, se dirigió a uno de los sótanos de la escuela. Allí, en un improvisado nido de cobijas y cartón, cinco pollitos de, aparentemente tres semanas de vida, eran resguardados del frío.

El chico entró con cuidado al lugar y los descubre.

- Hola, chiquitos ¿cómo están? - Pían con fuerza. - ¿Tienen hambre? - Vuelven a piar. - Aquí tienen su comida. Alpiste y maíz, como les gusta.

Así es, el más malo del "Bad Friend Trio", tenía una debilidad por las aves de corral. En realidad, por todos los animales, pero más que nada, por los pollos.

Sólo Monica, su madre, sabía el amor incondicional que el chico tenía por los animales de granja y Ferdinand lo trataba de "polluelo". Algo demasiado tierno para alguien que se dedicaba al vandalismo en una de las Academias más estrictas de Suiza.

También sentía una debilidad por las cosas lindas. Un bebé durmiendo, los cachorros, los gatitos, las niñas tímidas, los ositos de peluche... Con su fama, tenía que hacer de tripas su corazón e ignorarlos.

Pero con los pequeñines que estaba alimentando y sacando a tomar sol, no pudo.

Su corazón "de pollo" no le dejó abandonarlos a su suerte, después que unos perros mataran a la mamá gallina. Algo muy desagradable que tuvo que presenciar en el fondo del bosque que rodeaba la Academia. Y todo porque al rato los oyó piar. Estaban desamparados y a su triste suerte. Y el sótano donde los esconde era el lugar perfecto para protegerlos.

Una vez que los dejó a buen recaudo, se dirigió a clase. Antes de llegar, se topó con otra imagen desagradable: tres chicas del segundo año estaban molestando a alguien.

- ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Deberías pedirles a tus padres que te operen... - Se tomaban de los pechos, a manera de burla. - Así como estás jamás llegarás a saber lo que es tener novio. - Y las "cacatúas" reían sin parar.

- Tengo que ir a clase, bitte... - La víctima rogaba, muy avergonzada.

- No, Erika... - Ese nombre le llamó la atención al chico. - No te irás. Necesitamos saber si el Presidente del Concejo Estudiantil nos levantará la prohibición. - Habría un baile. No podían asistir sin chaperones.

- ¿Por qué no le preguntan a él? - Ese fue un pésimo momento para ser valiente.

- ¿Nos estas retando, desecho? - Eso lastimó sus sentimientos, aún más. - Que seas la recogida de Zwingli, no te hace especial. - Y se carcajearon las muy malvadas y una de ellas empuja a la más bajita contra los casilleros, logrando que ésta termine en el suelo, adolorida.

- ¡Subnormales! - Gritó el rebelde de los Beilschmidt. - Tanta silicona les ha quemado el cerebro.

De su bolsillo izquierdo, sacó una navaja, lo cual amedrentó a las "bullies" de la chica.

- No te atrevas a acercarte... - A la "queen B" le tembló la voz. - No estábamos haciendo nada.

- ¿En serio?... Pues parece que se están portando mal EN MIS DOMINIOS. - Ese casi grito las espantó más. - Y eso merece un castigo... A menos que tengan algo con qué pagar... - La líder se le fue acercando, pensando en "el pago".

- Si... Si quieres, podemos "alegrarte el día", en el baño. - La oyó decir en un susurro sugerente.

- Entonces, las quiero a las once en los baños abandonados. A ti y a esa de allá. - Señaló a una que todavía se mantenía cerca de Vogel.

- De acuerdo. - Disimulando el susto, volteó a ver a sus aliadas. - Chicas, vamos... - Ordenó y luego se volvió a dirigir al albino. - Nos vemos luego. - Susurró.

A él le daba asco las chicas como esa. Por eso no andaba con ninguna de las de "su nivel". El prefería a aquellas que a leguas se notara que eran unas princesas, en todas la extensión de la palabra.

Saliendo de su ensimismamiento, notó que la rubia más bajita aún seguía echada en el suelo. Se acercó a ella lo suficiente para hablarle, como con nadie en aquel establecimiento.

- Pequeña ¿estás bien? - Ella levanta su llorosa vista.

- Sí... Estoy agotada (de tener miedo)...

- ¿Te acompaño a la enfermería? - Le extendió la mano. - Si te quedas allí, no te castigarán. - Y le sonrió, comprensivo.

- Muchas gracias...

- Gilbert. Mi nombre es Gilbert, Dolly. Anda, vamos a la enfermería ¿Sí? - La actitud asustada y delicada de la joven le recordaba a sus pollitos.

- Pero... Soy Erika. - No despreciaba su ayuda, pero no le gustaba mucho eso de "muñequita".

- Lo sé. Las oí lo suficiente para saberlo. Pero estás muy frágil y si fuera tú, dejaría de serlo. En esta escuela, sólo los fuertes tienen voz y voto.

Y con ese consejo, dejaron de hablar, hasta la enfermería.

De este encuentro, nacería algo muy bello en el corazón de Erika Vogel.

Mientras, en el día que estaba viviendo Ludwig, muchas cosas iban a cambiar.

Comments

Popular posts from this blog

¿EL COSPLAY ES UNA MODA?

EN: It's one of my best entries in another site, where my Nickname was Kore-Persephone. ES: Es uno de mis mejores trabajos en otro sitio, cuando mi Seudónimo era Kore-Persephone. ¿EL COSPLAY ES UNA MODA? Qué pregunta… Para muchos, es muy fácil de responder, pero no todos tienen la respuesta más acertada. Por eso, explicaré con detalle lo que es “MODA” y, “COSPLAY”. DEFINICIÓN DE MODA: Etimología: proviene del vocablo latino modus (modo, medida), y utilizado desde la era del Renacimiento (siglo XIV), para indicar una elección o un mecanismo regulador de elecciones, realizadas en función de criterios subjetivos asociados al buen gusto colectivo . Consecuentemente: la moda es el conjunto de tendencias repetitivas, ya sea de vestuario, accesorios, estilos de vida y comportamiento social, que establecen la conducta de una persona. Tendencias en Vestuario. ¿Cuál es la tuya? Es decir, se refiere a las costumbres que marcan alguna época o lugar específicos , en ...

Hetafanfic - Just being your Friend - Chapter 4

By AliceIggyKirkland. Disclaimer: this fan fiction uses some Hetalia characters, of Hidekaz Himaruya. It’s an AU and they have human names (given by their creator). Other characters are created by me, so, you must ask permission to use them. CHAPTER 4 THE GENTLEMAN AND THE TOMBOY

Sombras e Instinto - Capítulo 1

Autor: Alice "IggY" Kirkland / Kore-Persephone (mi pseudónimo como escritora) Advertencia: Esta es una historia ficticia. Ninguna de las situaciones presentadas son reales. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. Agradecimiento: A mi padre, a mi novio y a mis amigos por vivir queriendo ser sabios, no sabiondos. Dedicatoria: A toda persona que desee ver algo diferente de todo lo que ha visto y oído.