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| De: DeviantArt |
Este fic utiliza a los personajes "2º Player" de Hetalia, creados por Hidekaz Himaruya, por tanto no son míos. Los nombres de algunos de ellos me los inventé porque el creador no les ha dado un nombre concreto, así que si los veo en otro lado, si reclamaré. La ONU: la conoce todo el mundo; solo hay hechos ficticios y no gano dinero por escribir.
Sólo dejo fluir mi imaginación.
Tengo varios seudónimos en la red y el utilizado para este fic es el que creé para la comunidad hetaliana: AliceIggyKirkland.
Y sin más preámbulos:
Título: MY GIRL
Personajes: Allen: 2p-USA; Phillipe: 2p-France; Oliver: 2p-UK; Rose: 2p-Nyo-UK
Advertencia: Relato en primera persona. Mención de OCs y de 2p-Romano. Cuidado al leer el final.
No he querido venir... Debí hacerlo cuando pasó... No estoy cómodo con Phillipe observando. Porque él tiene más derecho que yo de estar aquí. Es, no, fue su esposo.
Sin embargo, es inevitable. Yo también debo estar aquí, mostrando mis respetos. Ella formó parte de lo que soy y no logro comprender lo sucedido.
Pasó aquello que no creí que le pasaría a alguien como nosotros.
Perdón: Ella no era un simple "alguien". Y la Muerte no es un "aquello" de ignorar.
- Pequeño Allen... - Esa mirada edulcorada y extraña. - Ven que voy a bañarte, cariño.
Es parte de esos recuerdos que quise enterrar en mi emancipación.
- No molestes, Rose. Estoy jugando.
- Pero, dulzura, Oliver va a llegar pronto y es mejor que te encuentre limpio y bien vestido.
- Dije que no. - Y lo único que veía antes de ceder era esa sonrisa cálida que nunca abandonaba su rostro.
No la dejó cuando lastimé a Oliver; aún en el campo de batalla, me sonreía, con los ojos llorosos.
- Olie, querido, creo que esto acabó. - Estaba levantando a mi ex-tutor del suelo. Y luego, me miró. - Espero que el resto de naciones te acepte, cariño. - Esa mirada... - Eres grande, Allen...
"Eres grande, Allen"... Esa era tu respuesta para todo, respecto a mí ¿cierto?
Y tú insistías en permanecer en mi vida. Es difícil olvidar esa mirada, tan confusa por las drogas y el azúcar, como enamorada...
- Al, cariño, te quiero mucho.
Repetías esa frase para saludar y despedirte, durante la Segunda Guerra Mundial. Todas las reuniones que tenía con los pesados de mis aliados, al dejar la sala, me abrazabas por la espalda y me retumbabas los oídos con tus palabras.
¿En qué momento tuvo el mismo efecto en mi corazón? Sé que no fue ahí...
Y no comprendí cómo fue que de un día para otro...
- ¡Al, cariño! - Esperé que me dijeras lo usual... - Quiero ser madre. - Y por un instante vi determinación en tu mirada. - Phillipe aceptó ser el donante.
Te importó muy poco decirme aquello antes de que salieran las demás naciones de la sala. Te valió las críticas y que el "cáncer francés" te regañara por contarles. Lo que empezó a doler de todo eso es notar que te veías "limpia" y no tenías esa risa nerviosa, producto de tu usual "medicación".
Me dolió que fuese en serio.
Y creo que por mera revancha, acompañé a Phillipe al banco de esperma, para dejar mi aporte. Desconozco si de aquella vez existe alguien con parte de mi ADN. Sólo sé que te vi llegar al lugar para efectuar la inseminación. Estabas esperando mientras el franchute y yo hacíamos "lo nuestro". Oliver estaba ansioso a tu lado, diciendo lo linda que pintaría la habitación de tu bebé, que le encantaba la idea de ser tío y tener un pequeño en su casa.
Hasta hoy, no he podido olvidar cómo Francia se arrodilló ante ti y dijo:
- Rose: si logras concebir, nos casaremos. Ese es el trato.
- Tranquilo, Phil, cariño... Seremos buenos padres.
Me fui tan rápido como pude. Estando drogada, insistía en "quererme mucho" y que me casara con ella. ¿Es esto lo que debí esperar con tu sobriedad?
Desde ese día, y durante el tiempo que te quedó de soltería, masacré a mucha gente. Me ensañaba con sus cajas torácicas y aplastaba sus corazones, como símbolo de mi propio despecho.
El día en que se casaron, ya tenías cuatro meses de embarazo. Eran mellizos. Niña y niño.
Oliver se había lucido decorando sus habitaciones y estaba más repuesto de su adicción a las pastillas. Creo, no tuvo más pesadillas, en lo que a ti te quedó de vida.
Observé de lejos la ceremonia. No me habías invitado.
- No te gustan estas formalidades. - Me estaba matando tu comprensión sobre mi personalidad. - Tampoco toleras a Olie y a Phil... No soy tu persona favorita y siempre te acosé. Lo siento mucho, Al, cariño... No, Allen. Eres grande, Allen. Es la costumbre... Prometo mantener mi distancia y tú solo tratarás con los chicos durante las reuniones. Ahora serás muy feliz, como yo.
No te respondí esa vez y seguiste repartiendo las invitaciones. Esa fue la última vez que hablaste directamente conmigo.
Y viendo la pequeña reunión en la que uniste tu vida a la "chimenea andante", mi corazón volvió a doler.
Tú cumpliste tu parte, es cierto, pero Oliver nunca dejo de decirme todo lo que hacías. Fue así que estuve en la sala de espera de la maternidad, cuando murió tu pequeño hijo.
Tu grito desesperado difuminó el llanto de tu niña. Sé que Phillipe la cargó primero y te la puso en el brazo que tenías libre, mientras tratabas de reanimar a tu otro bebé, aunque ya había sido declarado muerto.
Claro, todo lo que supe de ti y ese trágico episodio, fue gracias a varios chismosos de entre las naciones, como por ejemplo: Romano... Y lo amplio que es Oliver con las personas.
Estuve en el sepelio, escondido de las miradas curiosas. Vestías de negro, junto al franchute a tu izquierda y mi ex-tutor a la derecha; cargabas a la pequeña Rose Elizabeth, cubierta en una manta blanca con unos lacitos negros en las puntas.
Llorabas, lúcida, a tu hijo:
- James Alexandre Bonnefoy Kirkland.
Leo el epitafio de lado izquierdo. Ese, al que lloraste, sobria, cada año; ese mismo, al que llevaste a tu hija a cantar su feliz cumpleaños y dejarle flores a su hermanito, religiosamente. Ese mismo que, ahora, te hace compañía.
Porque no entiendo como puede existir un monstruo aún más sanguinario que yo y el resto de naciones homicidas.
Sólo un monstruo deja en la puerta, de mi casa, tu cabeza dentro de una caja de regalo; en frente de la residencia Kirkland-Bonnefoy, dejaron colgadas las partes de tu cuerpo. En el jardín, dejaron los pedazos de tus órganos internos y, en tarjetas de felicitación, usaron tu sangre como tinta fuente para desearme un "Feliz Cuatro de Julio".
La parte depravada de mi ser aplaude tan magnífico trabajo de extremo sadismo porque lo que no encontraron fue tu corazón y cerebro. Ese psicópata los tomó como trofeos. Pero, la parte que tiene aquí, en el cementerio, quiere encontrar a ese asesino y pagarle el favor con la misma moneda.
- De todas las personas... ¿Tenías que ser tú? - Me arrodillo ante su tumba. - Tenías que ser tú...
- Allen, voy al auto. - Avisa Phillipe. No respondo y se va.
Ahora que no está para oírme... Que no estás para oírme...
- My girl... My girl...
No paro de repetir eso que siempre quisiste de mí y me negué a tener... Y aprieto mis dedos hasta que hago sangrar mis palmas como jamás lo he hecho por nadie.
Eras mi chica.
Yo voy a vengarte.
Eres mi chica.
Y nadie más que yo debió dañarte. Only me.
My girl...
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